Los Retratos

Los Retratos es un cortometraje del director Iván Gaona –producido por Diana Pérez– que cuenta, en 15 minutos, una historia con humor regional y con situaciones cercanas a nuestra realidad cotidiana.

Es domingo de mercado y la abuela Paulina quiere prepararle gallina criolla a su esposo. Sin embargo el dinero no le alcanza; en una rifa, en la plaza, se gana una cámara Polaroid y, tras aprenderla a manejar con la ayuda de sus vecinos, ella y su esposo toman fotografías de ellos mismos y su vida en el campo.

Cómo surgió la historia de la pareja de abuelos? ¿Cuáles fueron los referentes de los que surgió el argumento del corto?

 

Cuando te enfrentas a un mundo creativo tu vida misma se vuelve el principal referente, muchas veces de manera inconsciente. El cortometraje de Los Retratos surge como una tarea de clase que se nutre de recuerdos de mis abuelos y sus posturas frente a elementos nuevos en sus vidas, generalmente traídos por sus hijos o sus nietos. La vida en el campo, incluso muy cerca de las capitales del país, permanece ajena a nuevas formas tecnológicas para enfrentar la vida, la supervivencia, la rutina y la familia son los pilares constantes.

 

La idea partió de poner un objeto en un contexto ajeno, en este caso la cámara, pero ustedes mismos fueron extraños en ese contexto en el que se grabó. ¿Cómo fueron las reacciones y las interacciones con los habitantes de la región?

 

Yo nací y viví los primeros años de mi vida en Güepsa. Mi tesis de grado de la Escuela de Cine de la Universidad Nacional fue un cortometraje llamado El pájaro negro, que fue rodado en Güepsa con otro documental de mi autoría. A lo largo de estos trabajos la población se ha venido acostumbrando al hecho cinematográfico en sus calles. Hemos vinculado jóvenes locales en el equipo de producción y siempre hemos socializado la obra final al público en general. Al principio, por supuesto, fue extraño y la gente sentía al equipo de producción como un bicho raro entre sus calles pero ahora mantienen abiertas sus puertas y su gentileza en favor de la producción.

¿Cómo fue el proceso de escogencia y dirección de actores?

 

Luego de un casting fallido por convocatoria abierta en el pueblo, con Diana Pérez Mejía, la productora, nos fuimos a caminar el pueblo y las veredas cercanas, buscando parejas de abuelos que llevaran una vida cercana a la pareja escrita en el guión. En ese proceso encontramos a tres abuelas que cumplían dicho perfil. Empezamos un taller de actuación con estos abuelitos y, poco a poco, Verónica y Justo Pastor, se sintieron más cómodos con el proceso y fuimos encontrando en ellos lo que buscábamos para la película. Fue un proceso complejo puesto que el interés que un abuelo de provincia ofrece a estos proyectos, ajenos en su totalidad a su vida, puede disminuir sustancialmente. Lo que hicimos fue establecer vínculos de amistad fuertes entre ellos y nosotros, buscando también el apoyo y el compromiso de sus familias lo cual funcionó bastante bien.

Cómo fue el proceso de rodaje, cuánto tiempo duró y qué cambios en el guión surgieron durante la grabación?

 

Rodar fuera de la capital siempre es complejo. Exige un plan de grabación muy riguroso y una producción mucho más ordenada puesto que surgen muchas más variables e imprevistos que no son fáciles de sortear estando lejos de la capital. El equipo humano y técnico se trasladó desde Bogotá. El rodaje duró seis días en zona rural y urbana del pueblo. Básicamente los cambios que surgieron en el guión fueron en los diálogos de los personajes.

 

En el proceso de preparación, cada abuelo fue haciendo aportes que consolidaron la sensación de realidad y verosimilitud de los personajes. Cada actor adoptó para sí las escenas y "tradujo" a sus propias palabras los diálogos que yo proponía en el guión.

 

Usted trabajó en producciones cinematográficas que representan una propuesta diferente, que se desarrollan en las regiones, que utilizan actores naturales y que enfrentan al público a largos silencios. ¿Qué elementos de esta corriente del cine colombiano (Los Viajes del viento y La Playa) toma en sus producciones personales y qué otros propone en el desarrollo de su estilo particular?

 

No solo en Colombia sino en Latinoamérica está la corriente de trabajar con no actores cumpliendo un proceso de preparación, buscando un grado de verosimilitud tal vez regional, no vista antes en nuestra cinematografía. Los acentos, expresiones, posturas corporales y formas de comunicación que puede ofrecer una persona sin preparación, pueden ser elementos muy poderosos en un lenguaje cinematográfico.

 

El problema es que un actor sin preparación, mal dirigido, se vuelve un hueco, un parche sin emoción en una historia. El cine ante todo es emoción, corazón, sensación. Yo he trabajado con todo tipo de actores y es realmente la sustancia y complejidad de cada guión la que te sugiere con quién deberías trabajar. Finalmente es trabajo del director conducir y extraer esa emoción de la persona que interpreta, independiente de su preparación actoral.

¿Qué aspectos de la realidad colombiana le interesa abordar en sus producciones?

 

Colombia es un país muy complejo. Pero lo interesante de los conflictos internos de nuestro país, hablando de cine, es cómo todas estas situaciones de guerra, pobreza e injusticia, han moldeado el carácter de las personas. El sufrimiento, el dolor, la angustia, la escasez, la violencia, cambian la forma como un hombre o una mujer reacciona ante diferentes estímulos. La guerra, el narcotráfico o la corrupción política no son temas de mi interés narrativo, pero sí establecen un perfil complejo o complementario para un personaje, son más que bienvenidos. Me interesa el estado de cambio, la pasividad que se rompe, la rutina que se compromete, los retos inesperados. Me interesa el campo, un disparo que rompe el silencio, el robo de un cerdo... me interesa la vida misma.

 

La identidad es un asunto problemático en el cine colombiano, sobretodo porque se puede caer en el folclorismo y en crear o reforzar estereotipos. ¿Cuál es el concepto de identidad del que partió en la realización de Los Retratos?

 

El folclor y las costumbres son formas y conceptos que hacen parte de un mundo que completa el escenario de los personajes. No debe ser la excusa ni el medio narrativo. La identidad surge a partir de ello. Crea un punto de referencia y de diferencia. Yo soy de Santander, del municipio de Güepsa. Tengo mis costumbres, mi acento y mi corporalidad. Sé sobre la región, sé de costumbres de sus habitantes y mi vida se ha nutrido de ello. Cuando escribes no estableces conscientemente estos parámetros folclóricos y eres consciente de ello solo cuando sientes que tu personaje es incoherente de alguna manera. Los retratos surgen y se nutre de mi vida misma, de las costumbres de mis abuelos y si eres sincero al contar algo, será auténtico, tendrá su identidad lejos del folclorismo.

La música de Los Retratos fue hecha por Edson Velandia. ¿Cómo fue el proceso de creación, estuvo completamente a cargo de Velandia o qué tenía usted pensado en cuanto a la música?

 

La región del sur de Santander es una zona muy musical, la provincia de Vélez, con su capital, es el principal referente. Los bambucos, el torbellino y la guabina hacen parte de la tradición folclórica; aún así es una región fuertemente influenciada por costumbres mexicanas. En un tiempo se proyectaron muchas películas, fue la época de oro del cine mexicano gracias a exhibidores itinerantes de la región. Pedro Infante, Javier Solís, Antonio Aguilar y José Alfredo Jiménez son la banda sonora en tiendas, casas, fiestas y cantinas. El pueblo escucha rancheras y música norteña. Ese fue el principal referente para Los Retratos, incluso al momento en el que los abuelos se toman fotos entre ellos. Con Velandia compartimos puntos de vista y ha sido muy bonito trabajar con él. Él entiende a la perfección el mundo popular y conoce los escenarios en los que se desarrolla una historia como ésta. El trabajo con un músico en una película, al igual que con los demás miembros creativos del equipo, se vuelve un proceso enriquecedor que nutre constantemente.

 

¿Cómo fue la reacción de los actores cuando vieron el cortometraje?

 

Para los dos abuelitos, Verónica y Justo Pastor, estar en la película fue una aventura ya en sus años entrados. La sobre atención que les prestamos, el consentimiento que les brindamos los hizo sentir nuevamente especiales en su mundo solitario. Para ellos tener nuevos amigos, nuevas experiencias, tener oídos para su vieja historia, fue la mejor experiencia. El resultado final, su reacción fue precisamente como ver una foto de un grato recuerdo. La importancia de la obra final se la damos nosotros, para ellos lo mejor fue la experiencia, el proceso.

El cortometraje es un formato que apenas está entrando en el consumo visual del público en general, tiene especial acogida en los jóvenes. ¿Qué posibilidades brinda éste y qué tan complejo es el proceso de realización?

 

El proceso de creación de un cortometraje establece los mismos parámetros de producción que cuando se realiza un largometraje. Por supuesto el tiempo de grabación y el dinero requerido es mucho menor, pero los procesos son similares. En Colombia el cortometraje es visto como un escalón dentro de un camino más largo. No se ve como una obra final. Es decir, los realizadores y el público ven el corto como una forma de prepararse para el largometraje. Tal vez por esta razón no existen más escenarios que consoliden la exhibición del cortometraje. También por esto, los realizadores dejan de hacer cortometrajes cuando ya entran a proyectos más grandes. La exhibición de un cortometraje en Colombia tiene su ciclo fuera el país, en festivales y muestras. Hay posibilidades de venta y distribución, pero no en este país.

 

Cuéntenos sobre La Banda del Carro Rojo y los otros cortometrajes que ha realizado...

 

La Banda del Carro Rojo es una empresa de producción audiovisual fundada por Diana Pérez Mejía e Iván D. Gaona. Hemos realizado más de seis cortometrajes y busca servir como plataforma para nuevos directores desarrollando sus proyectos de cortometraje. El departamento de Santander y la provincia de Vélez han servido de inspiración inicial para los proyectos, pero es solo el inicio. Hay un mundo entero por contar.

¿Cómo se dio la participación en el Festival de Cine de Locarno?

 

Los Retratos fue estrenado en la competencia de cortometrajes del Festival de Cine de Cartagena de indias, este año. Allí conocimos a Nadia Diestri, delegada de programación del Festival de Cine de Locarno. Ella vio el corto, le gustó y nos sugirió hacer la aplicación para Locarno. Luego supimos la noticia de la selección.

 

¿Tiene proyectos de largometrajes como realizador o participando en otra película?

 

Ahora mismo estoy trabajando en la nueva película de Andi Baiz, ROA, que habla sobre la vida de Juan Roa Sierra, el supuesto asesino de Gaitán. Y sí, estoy trabajando en el desarrollo de mi película, pero hasta ahí digo. ¡Para qué ser un charlatán!

Fuente: Bacanika.com